Un renacer poético
Por Milagrosa Romero Samper
Una breve mirada permite concluir que, si algo caracteriza la poesía rusa actual, es su extraordinaria vivacidad y su carácter multiforme. Tras la caída del régimen soviético han aflorado a la superficie esas corrientes rebeldes al encauzamiento y que siempre estuvieron ahí. La escena cultural rusa se anima con la energía de antaño, y saca el máximo partido de los nuevos marcos y centros de reunión. Bibliotecas, librerías, cafés, galerías de arte, museos están en continua efervescencia, y señalan de paso ese carácter múltiple de la poesía rusa actual.
Múltiple porque, pese al predominio de Moscú y San Petersburgo, no hay un solo centro, las provincias también tienen una importante vida cultural (Ekaterimburg, Perm, etc.), y los diferentes núcleos no están aislados, sino en continua relación. Múltiple también porque en cada autor se cruzan tendencias y formas de arte diferentes. Una misma persona cultiva sin problemas la sound poetry, la poesía tradicional, la música, el dibujo o las nuevas formas de arte electrónico. Las fronteras entre las artes, como corresponde a la época postmoderna (y ningún sitio se presta tanto a lo postmoderno como la postsoviética Rusia) se hacen borrosas y porosas, se difuminan en la neblina de los grandes ríos y canales, en la que desprende el manto de escarcha o de nieve que en el interior cubre las estepas. No hay ya normas, no hay maestros, por fin son todos realmente libres e iguales, y con entusiasmo e imaginación todos participan con alegría en lo que es una fiesta continua de la poesía y del arte.