La poesía y su posible sentido: Crítica de la poesía posmoderna

Por Miguel Ferrando

FUENTE: http://posmodernismoparadummies.blogspot.com.es/

Es un título paradójico si lo planteamos desde un punto de vista clásico, pero entiendo que hablar del sentido de la poesía puede ser considerado dogmático por los seguidores de algunas tendencias poéticas. ¿Es posible la poesía sin sentido, sin un significado concreto diseñado por el autor? La respuesta ha de ser afirmativa, sin entrar en el campo de la semiótica, entre otras cosas porque en la posmodernidad encontramos poemas expresamente aleatorios, sonoros, automáticos, hasta mecánicos. Me parece interesante esbozar la cuestión y discutir, de paso, los límites de lo que entendemos por poesía en algunas de sus manifestaciones más recientes.

Platón expulsó a los poetas de su República, encendiendo un debate que en el fondo nunca se llegó a apagar. ¿Es admisible una poesía que pervierta los fundamentos de una sociedad? Si la admitimos es porque tenemos que encontrar valores profundos en esta disciplina poética, razones más importantes aún que la estabilidad de un Estado.

Hay que constatar que en la Antigua Grecia, algunos filósofos, como Jenófanes o Parménides, se sirvieron de textos poéticos para la exposición de sus sistemas filosóficos, e incluso el mismo Platón utilizó gran cantidad de mitos, metáforas o alegorías, tales como el famoso mito de la Caverna,  para  sus teorías políticas o gnoseológicas, aunque lo cierto es que, como dije, el ateniense llegó a desterrar a los poetas de su República. Para él, el poeta, sobre todo el trágico, es alguien que se pone en el lugar del personaje, que simplemente describe, o imita sus acciones o pensamientos, sin practicar un discurso racional, sin discriminar, sin recriminar los pensamientos reprobables;

 Pero si imitan, correspondería que imiten ya desde niños los tipos que le son apropiados: valientes, moderados, piadosos, libres y todos los de esa índole. En cambio, no debe practicarse ni el servilismo, ni el ser hábil en imitarlo -como ninguna otra bajeza-, para que no suceda que, a raíz de la imitación, se compenetren con su realidad. (República, Libro III)

El poeta es un mero imitador de imágenes, especialmente peligroso cuando se convierte en mal imitador, plasmando en sus versos realidades poco edificantes o poco positivas para la formación del carácter. Añade Platón que la poesía que se hace en Atenas está dirigida al nivel inferior del alma, orientada a la búsqueda de placer, al sexo, a saciar los instintos.

Para Platón el poeta es creador de saberes muy alejados de la verdad, peligrosos, contraproducentes para la educación y muy negativos en el ámbito del conocimiento más alto, y lo dice sin pararse a hacer una crítica a los valores estéticos, propugnando el método discursivo racional, el correspondiente a los filósofos, como única forma segura de conocimiento.

La poesía a la que Platón se refería era, probablemente, la poesía oral, muy basada en la imitación de obras previas, su objetivo era frecuentemente la catarsis y la improvisación una de sus  técnicas más populares.

La pregunta relevante sería si Platón, cuando critica a los poetas, se refiere a todos los poetas o sólo a esos poetas acomodaticios, a los que cantan a lo que según él serían los instintos bajos del alma; el sexo, el apetito, la pereza, los que retuercen los mitos para adaptarlos a la audiencia que convenga, o si Platón criticaba más esa falta de racionalidad que detectaba en la poesía, como disciplina de conocimiento, en contraste con otros saberes, como la geometría.

En el otro extremo se postula su discípulo,  Aristóteles, para quien la poesía llega a ser una de las fuentes más importantes de conocimiento;

 El poeta y el historiador se distinguen en que el historiador cuenta los sucesos que realmente han acaecido y el poeta los que podrían acaecer. Por eso la Poesía es más filosófica que la Historia y tiene un carácter más elevado que ella.

Aristóteles afirma la importancia de la poesía en su concreción y en su método, afirma la importancia de los poetas líricos y trágicos.

Nos encontramos ante una dialéctica casi eterna, que de cualquier modo pone en relieve la excepcional consideración que tenían de la poesía, para bien o para mal, los filósofos más importantes de la Grecia Antigua, y soslaya las diferencias entre los pensadores voluntaristas de tendencias a veces místicas o metafísicas,  y los filósofos de metodología expresamente racional, menos aficionados a la poesía como fuente de conocimiento,

Pero en el mismo siglo XX hay ejemplos extremos de filósofos pro-poesía;

 Los poetas echan los fundamentos de lo permanente” diría Martin Heidegger; “La poesía, es fundación del ser por la palabra de nuestra boca; esto es, el poeta es el encargado de dotar al ente de ser y esencia a través del nombramiento inicial”

Quizás Platón y Heidegger se refieren a dos disciplinas sensiblemente diferentes, es probable que en ese lapso de veintitrés siglos la poesía haya ocupado roles muy diferentes en la transmisión de ideas, o de conocimiento, sin dejar de ocupar ese espacio central en el pensamiento.

De cualquier manera en el siglo XX y XXI el fenómeno poético se viene descomponiendo como fenómeno unívoco, y representa funciones variadísimas para el poeta o el lector, si en el caso del propio Heidegger la poesía se situaba en el centro del pensamiento, de la gnoseología, y en el caso de muchos poetas como Unamuno, Borges o Rilke , sus poéticas se nutrieron de  filosofías voluntaristas del XIX como las de Søren Kierkegaard o Schopenhauer, y otros muchos como Bertolt Brecht, Joan Brossa o César Vallejo fueron muy directamente inspirados por planteamientos ideológicos; marxistas, anarquistas, o nacionalistas, detectamos  desde las primeras décadas del siglo  XX tendencias poéticas, como las poesías automáticas, inmediatas, o simplemente urbanas, que parecerían conformarse con un papel mucho más humilde, muy alejado de cualquier filosofía, humanismo, gnoseología o  metafísica.

El sentido de la poesía  se disuelve, se rebasan las vanguardias, los dadaístas, surrealistas o futuristas cuestionan no sólo los significados sino la misma existencia de la bipolaridad significante-significado, por medio de técnicas psicoanalíticas, o meros juegos aleatorios;  escritores como André Breton o Tristan Tzara, comienzan una deriva que va separando el poema del ámbito literario, se revisan las estructuras clásicas POETA – POESÍA – LECTOR – INTÉRPRETE, pronto surgirán  poemas desprovistos de sintaxis, gramática, incluso de léxico inteligible.

Se producen poemas que asimilan los recursos nuevos de la tecnología,  en algunos casos en el ámbito sonoro, como los poetas concretos franceses de los sesenta, que trabajaban con magnetófonos y todo tipo de artilugios disponibles, experimentando con sonidos guturales, distorsionando los fonemas, desarrollando la poesía electrónica, y al mismo tiempo  experimentando con tecnologías de imagen como fotocopiadoras, con dibujos mecánicos.

Todo se revolucionó con la llegada del PC: con la revolución cibernética el papel deja de ser el soporte básico, aparecen los programas de animación digital, se crean poemas con movimiento, con sonido, con voces, con referencias y conexiones de intertextualidad. Se llega a la poesía sonora, aparece la poesía en escena, la poesía performance, la videopoesía, la ciberpoesía. Y quizás vayamos confundiendo el perfil de esa poesía que admiraba Aristóteles y asustaba a Platón. Porque con la propagación de las cámaras de vídeos, y hoy en día de los teléfonos móviles con sus cámaras digitales, de tecnología muy próxima y flexible, la poesía concreta, visual, se vuelve muy fácil, las disciplinas se contraen y es más fácil componer un complicado ejemplo de arte visual-sonoro- textual, que un soneto.

Ya cineastas como Man Ray crearon poemas visuales en los años veinte, retocando cintas de película, achicando así mismo el espacio entre cine y poesía, cómo lo haría Buñuel y Dalí con su Perro Andaluz, con el cine y las artes plásticas, pero ya los campos se irían minimizando hasta el extremo de las poesías concretas dónde entre la poesía y la obra de arte plástico no existen fronteras reales.

Pero con la ciber-tecnología e internet se llega a un nuevo estadio: en multitud de webs se experimenta con cientos de posibilidades de poesía interactiva.  Eugenio Tiselli, con su programa MIDIPoet nos deja crear poemas de manera automática, “poesía mecánica”, rompiendo definitivamente cualquier nexo SIGNIFICANTE-SIGNIFICADO, abocando a una poesía con significados independientes de la voluntad del poeta, poeta o escritor que ya no será por completo responsable de la autoría del poema, ni el lector será tampoco mero receptor del mensaje.

Por otro lado en Italia aparece la polipoesía con gente como Ezio Minarelli, fundador y divulgador de esta nueva forma generalmente sonora y más o menos escénica, que se difundirá por festivales y preferirá editar discos de vinilo o DVD´s p CD´s antes que libros; en España también adoptarán esta forma de crear autores como Bartolomé Ferrando con Flautus Vocis.

Se diluye pues el formato libro, aparecen las páginas web y aumentan los blogs, quizás el fenómeno de mayor vitalidad y el que más ha acelerado la comunicación entre poetas, entrecruzando direcciones informáticas y textos, un fenómeno que refleja una infinidad de derivas y tendencias, así como un enorme potencial para conectar poetas de muy diferente formación, de casi contradictorios intereses: la poesía de los blogs se asimila con rapidez, o simplemente se acepta con mayor o menor entusiasmo.

La poesía deja de ser piramidal para volverse horizontal, no se buscan los maestros ni los referentes generacionales, que en todo caso son muchos y muy diversos. Poco a poco está dejando de existir un corpus poético general para una misma comunidad literaria, digamos nacional o lingüística.  Los blogueros, nacidos de la tecnología de comunicación más eficaz que jamás haya existido,  vivirían sin esta en mundos extrañamente desconectados entre sí. Una gran parte de los poetas cibernéticos se declarará no lector de poesía tradicional, esto es, de poesía escrita en texto, sea en papel o en archivo electrónico; desconocen pues la poesía clásica, ni siquiera se pueden permitir repudiar a Virgilio, a Quevedo o a Rimbaud, porque simplemente los ignoran, del mismo modo que desconocen la poesía de Celan, de Antonio Colinas o Luis Alberto de Cuenca, o la poesía concreta de Brossa: ya no son parte de esa tradición cultural.  

Hay pues una ruptura radical en estos poetas  que con frecuencia llegan al fenómeno poético a través de otros mundos, como el de la neo-espiritualidad, de la publicidad,  del rock, del pop, del hip-hop, de los cantautores; son lo que antes, hace cincuenta u ochenta años, podríamos entender como poesía popular, con la gran diferencia de que si bien los poetas populares clásicos eran  aquellos que no tenían acceso a la escritura, al menos al latín, al conocimiento de los clásicos, siendo muchos de ellos analfabetos o casi analfabetos, el poeta popular de hoy tiene acceso sin restricciones a mucha más poesía culta de la que nunca pudo conocer un erudito del XIX. La diferencia está en que este poeta posmoderno tomó la opción de no conocer, admitió la posibilidad de escribir poesía sin tener que leer a los clásicos ni a los poetas de referencia del momento, sin conocer las reglas de la métrica, o de la misma gramática, buscando una nueva espontaneidad, una radical ruptura con la poesía tradicional o vanguardista, una poesía que exprese la forma nueva de estar en el mundo, la nueva conciencia, la individualidad posmoderna…

Frecuentemente la poesía posmoderna basa su temática en exaltaciones del ego y en preocupaciones sociales, en psicologismos y sorpresas de carácter más o menos biográfico que en casos provocan la complicidad del lector. Las metáforas pierden entonces ese carácter de tropo o figura retórica; no hay un sentido literal y otro figurado en el lenguaje, los significados son personales, abiertos y flexibles, ni existe una preocupación por la novedad. Se puede recurrir a estrofas clásicas, sin pretenderlo, a rimas  automáticas, a remedar temas o versos  de poemas de otros autores de una forma inconsciente, natural.

No existe el crítico, no hay una teoría de la crítica poética que se adapte a la nueva poesía de performance, o a la cíber-poesía, es muy difícil analizar la calidad o el valor literario o poético de estos poemas y el sistema de valoración suele conformarse con la contabilización del número de seguidores de un blog, o en todo caso de sus lectores.

Tengo que sospechar que la disciplina poética que se ha expandido por la posmodernidad no puede referirse a aquello de lo que Platón recelaba en su República, la poesía ya no puede pervertir los mitos de una sociedad, porque los ignora, ya no puede ser el arma crítica y revolucionaria, se pierde en psicologismos más o menos ad hoc, o simplemente expresa de manera más o menos brillante máximas políticas, sentencias espiritualistas, consignas ideológicas, en lugar de lo contrario, de nutrir ella misma el pensamiento y la acción social.

Si bien es difícil destacar un método poético que abarque toda la historia de la poesía, o una estructura común  que  sirva para delimitar lo que es o no poesía, y que comprenda las  épicas de Gilgames, los poemas de Homero, o del Mahabarata…,  los poemas líricos, de Píndaro a Góngora, a T.S. Elliot, a Machado,  hay filósofos que han hecho hincapié en las características racionales o gnoseológicas de la poesía,  sostiene, por ejemplo , Gustavo Bueno, creador del materialismo filosófico, que ciertos poemas mantienen una estructura, un desarrollo, similar a un teorema de Euclides, en el otro extremo Martin Heidegger habla de la verdad poética como aquella capaz de trasportarnos a un más elevado estado de conciencia, de conocimiento.

Los poetas humanistas del renacimiento, Lope de Vega, Góngora o sor Juana Inés de la Cruz usaron sus versos para transmitir tanto las nuevas realidades cartesianas, como la antigua filosofía hermética, estoica, o por supuesto escolástica, que cambió el orden del pensamiento occidental. San Juan de la Cruz, describió su itinerario místico con un poema que raya  la máxima altura de nuestra lírica, y fueron, por ejemplo, poetas como Hölderlin o Goethe, quienes despertaron el espíritu del romanticismo, arrancando de las nuevas ideas de Voltaire o Rousseau.

Nuestro siglo XX se despereza con los últimos simbolistas, y llega, por ejemplo,  el modernismo, cada vez más crítico, de Rubén Darío, y sigue el siglo con  el Waste Land preapocalíptico de T.S. Elliot, y con el intimismo sobrecogido de Kavafis, y con docenas de tradiciones y corrientes poéticas, nacionales o universalistas, desde los Andes de César Vallejo al Gulag de Ossip Mandelstom.

¿Es esta poesía del blog de rima automática, de estrofa rapera, de sentencia neo-budista, de los happenings, de los WhatsApp poetry, la verdadera sucesora de lo que dejamos atrás?

Quizás,  quizás tengamos que someternos, con cierto retraso,  a la implacable maldición de Theodor Adorno “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”

Pero quizás lo más realista sea constatar que la poesía posmoderna ha abandonado los paradigmas clásicos, el “Magna Aesthetica”, la voluntad de estilo, ha  abandonado los conceptos de trascendencia, sublimidad, autenticidad, originalidad, monumentalidad e individualidad creadora, sustituyéndolos por los de heterogeneidad, discontinuidad, contingencia, arbitrariedad…

Frente a la poesía revolucionaria la poesía de la indiferencia, la post industrial, frente al instante eternizado en un poema la poesía de la intrascendencia, de lo leve, lo ingrávido.

¿Debemos pues resignarnos a esa ligereza?

Quizás la poesía que estamos leyendo en estos blogs, en los performances, en los recitales de Holipoesía, de Holpoesía, esté mucho más relacionada con realidades sociales como la publicidad, el marketing, la industria del entretenimiento, las disciplinas de autoayuda, que con el pensamiento, con la indagación en los asuntos del tiempo, con la individualidad, con el amor, con la preocupación social…

Pero el espacio central que la poesía ocupó en la sociedad, en el mundo del arte, del pensamiento, será muy difícil de recuperar por una poesía sin un profundo contenido, sin una intención de guiar, de provocar algo más que la sorpresa, sin esa ansia, más o menos humanística, más o menos metafísica, por explorar las últimas realidades, por identificar las mentiras cotidianas, por rebasar los límites…