editorial

Moon off

Imagen:Moon off. Miguel Ángel Blázquez


Ibi Oculus
arrancó como proyecto en 2008. Desde entonces sus números han sido publicaciones digitales más extensas que concisas. Las razones de ser de estos dilatados ejemplares han tenido que ver con dos cuestiones. De una parte, el gran atractivo que para sus artífices han propiciado sus contenidos —el hecho poético, en definitiva— que han llevado siempre a buscar y pedir más y más colaboraciones; y de otra, la extraordinaria disposición a publicar en sus páginas que desde numerosas instancias siempre ha recibido la publicación.

Cuando el poeta italiano Davide Rondoni presentó la revista a finales de 2008, en el Espacio Joven de la Comunidad de Madrid, centró su intervención en el porqué del hecho poético; en su naturaleza antropológica, más allá de sus meras características culturales y literarias. Nos referimos a la proclividad humana hacia la poesía, por cuanto supone un instrumento privilegiado para expresar aquello que provoca y enardece la experiencia. De esta forma, si la poesía es palabra enardecida, provocada, la poesía será más persuasiva cuanto más enardecedor y provocativo sea el hecho que la suscita. Lo que da pie a un razonamiento consiguiente. ¿Qué factor de la experiencia enardece la palabra poética con mayor intensidad? Es por esto que, sin temor a exagerar, podemos afirmar que cada nuevo número de la revista ha sido un trabajo en pro de esta indagación.

De hecho, esta publicación nunca se ha concebido como punto de partida para conjurar las inquietudes  y proyectos personales de sus artífices, sino como una posibilidad para conculcar, en la medida de lo posible, el orden y la intensidad a la que en última instancia la realidad remite. Esta actitud amplifica la potencia de la palabra poética, agranda su horizonte, la hace más arrojada, desprejuiciada y valiente, se atreve con la crítica mordaz, con el juego del lenguaje, con la verdad más cruda o la más amable. Con la ironía, con la exploración metafísica o psicológica y, en definitiva, con todo aquello que permita suscitar una experiencia lectora a la altura de las expectativas más intrínsecas de lo humano. Una experiencia lectora, en suma, que no nos deje indiferentes.

De ahí que el nombre de la publicación, Ibi Oculus, tomado de la famosa cita de Ricardo de San Víctor, “Donde hay amor, hay visión” (Ubi amor, ibi oculus) se haga eco de esta máxima de la visión para aproximarse al hecho poético. Y que la publicación haya buscado constituirse como un lugar desde el que mirar la poesía —y ser mirada— de este modo.

Después de diez años de andadura nos ha llegado el momento de parar. El tiempo nos dirá si es un adiós o un hasta luego. Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que todo lo que acaba es susceptible de conllevar un nuevo inicio, como una manifestación diferente de sí o como una realidad distinta. Esperamos, por tanto, que este apagón pueda suponer algún punto de partida para todos aquellos que os habéis acercado a la revista, ya sea como organizadores, como autores invitados o como lectores.

De todo corazón, muchas gracias por el camino que hemos compartido.