ibis

<center>Imagen: <em>No sun.</em> Miguel Ángel Blázquez.</center>

Imagen: No sun. Miguel Ángel Blázquez.

Cuando oí por primera vez el nombre de nuestra revista, Ibi Oculus, me trasladé a Egipto, no por el latín, como es de suponer, sino por esa fantástica ave, símbolo del dios Thot. Y pensé, donde hay amor, el pájaro que te pueda sacar los ojos, el ibis, te lo sacará. Ni Murphy podrá evitarlo. Mi mente calenturienta visualizó un dibujo esquemático del ave sagrada que iba a dar el nombre a la revista literaria, y como los ojos son para los ciegos un adorno, una traslación nos llevaría a un juego cultural pretendidamente juanramoniano y exclusivista —me refiero a oculus evidentemente—. Esta revista es para la inmensa minoría, pensé.

Aunque ibi no es ibis, a mi me parece igual. El dios egipcio medidor del tiempo —gracias a Dios no está midiendo el mío, ya lo harán otros, usted mismo lector— es el dios de la sabiduría y casualmente es considerado el inventor de la escritura.  En todas las representaciones  se le ve mirando y dictando. Por lo que nos ha llegado sabemos que inventa las palabras y el lenguaje organizado, codificó el conocimiento. Se sacó de la nada la lira y la música, que arrimada a las palabras produce la poesía. Igual que el amor es una forma de ver ¿La poesía qué es?¿Una forma de pensar, de verbalizar, de sentir, de tocar, de oler, de oír, de ver, es una manifestación del ser? Alarguemos el pico, zambullámonos en las orillas y consigamos peces, alimento y una vez saciado dejemos la mirada extendida y dejémonos momificar. Sabremos que la muerte también nos ama, como nosotros amamos todo lo que permanece en el otro lado del espejo de la poesía, y que con ella colinda o siendo ella, apenas es considerada.

He de manifestarme sin reparo, nos da la gana un símbolo al vuelo, cual ibis, y un nombre para esta sección de secciones sin sección que lo que persigue es fidelizar a un público interesado e interesante. Todos están invitados pero solo algunos elegirán nuestro espacio, su espacio, la calidad, el fondo y la forma. Que el ibis te coma los ojos con amor y la conciencia con dolor. ¡Míranos!