Alberto Guerrero o la estética de la superposición

Por Pablo Obregón

Alberto Guerrero. Pigmentos, celulosa y látex sobre lienzo. 100 cm x 100 cm.

Alberto Guerrero. Sin título, 2017.
Pigmentos, celulosa y látex sobre lienzo. 100 cm x 100 cm.

 

Cuando en el año 2009 Alberto Guerrero abandona por completo su trabajo como restaurador para dedicarse exclusivamente a la pintura, está comenzando una aventura que supone recorrer, obra a obra, un periplo inverso al caminado en su labor como restaurador, a menudo centrada en retirar las capas que los años y el deterioro han arrojado sobre los originales.

Porque si algo resulta llamativo en la obra de Guerrero es la superposición de estratos de materia explorando la relación entre las diferentes capas de color y las texturas que se generan. Como resultado, se persigue un todo armónico que el pintor concibe como una analogía de la Historia y también de la vida de cada ser humano, compuesta por infinitud de factores y circunstancias que se solapan, relacionan entre sí e influencian para dar lugar a hechos y personas concretas.

Alberto Guerrero. Of the monstrous pictures of whales, serie «Moby Dick», 2008.
Técnica mixta sobre lienzo.

 

No en vano, cada uno de sus cuadros arranca con esas capas de pintura que finalmente no se van a ver, al menos no totalmente. Así, el artista trabaja con los mencionados colores y texturas que se van superponiendo y, llegado a un determinado punto del proceso, decide detenerse, logrando una armonía última, que deja intuir el trabajo subyacente.

De esta forma, se produce algo similar a lo que ocurre en la vida de las personas, que el artista contempla como un compendio de capas de realidad pasada, unas visibles y otras ocultas, total o parcialmente. Estratos que, en un momento concreto de la andadura de cada uno, alguien mira permitiéndole apreciar esa armonía; esa combinación de capas a las que se añadirán otras muchas.

Se hace patente, por tanto, que no somos, como tampoco pretende el pintor que sean sus cuadros, un resultado perfectamente definido. Y que en esto consiste nuestra belleza, como en esto consiste el mayor atractivo y fuerza de su trabajo artístico.

Al final, como el propio autor reconoce, en su obra pugna el deseo por contemplar algo ajeno a uno mismo, inevitable y decisivo:

Creo que el arte es verdadero cuando su contemplación evoca algo ajeno a sí mismo, mayor. El espectador reacciona, anhelando colmar el deseo que se le ha despertado. Como en el mito de la caverna, la obra de arte es destello de la Verdad y del Bien.

<center>Alberto Guerrero. Pigmentos, celulosa y látex sobre lienzo. 80 cm x 80 cm.</center>

Alberto Guerrero. Fuego núm. 18, serie “Elementos», 2015.
Pigmentos, celulosa y látex sobre lienzo. 80 cm x 80 cm.

<center>Alberto Guerrero. Pigmentos, celulosa y látex sobre lienzo. 150 cm x 150 cm.</center>

Alberto Guerrero. Fuego núm. 21, serie “Elementos”, 2018.
Pigmentos, celulosa y látex sobre lienzo. 150 cm x 150 cm.